La intervención clínica en los casos del dolor crónico debe ser necesariamente multidisciplinar. Entre otras, la psicología aporta una serie de técnicas y estrategias que inciden sobre los factores conductuales, cognitivos y emocionales relacionados con la sensación del dolor. Junto a esto, nos ofrece intervenciones eficaces para ayudar a la persona a reducir el impacto que el dolor crónico tiene sobre otras áreas relevantes en la vida de la persona que lo sufre (su desempeño laboral, sus relaciones familiares y de amistad, sus actividades de ocio, etc.).
Por una parte, las técnicas cognitivo – conductuales han demostrado su eficacia para el manejo del dolor y el impacto sobre la vida de la persona: el entrenamiento en respiración y relajación, estrategias para el manejo de la atención, la reestructuración cognitiva o el manejo de la asertividad son algunas de las estrategias que han demostrado ser eficaces en múltiples estudios. También la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), perteneciente a las llamadas Terapias de Conducta de Tercera Generación o Terapias Contextuales, ha demostrado ser una herramienta eficaz para la intervención psicológica con personas que sufren dolor crónico.
Por otro lado, la hipnosis clínica, ha demostrado ser efectiva en el manejo de diferentes tipos de dolor crónico. Como explicamos en el apartado correspondiente, la hipnosis no es una terapia en sí misma ni cura por sí sola. La hipnosis es una técnica efectiva a través de la cuál utilizamos los procedimientos terapéuticos de la psicología clínica, lo que facilita su aplicación y su eficacia. Algunas conclusiones acerca de la hipnosis en el manejo del dolor, como las presentadas por Hammond (2007), Stoelb, Molton, Jensen y Patterson (2009), Montgomery, Du Hamel y Reed (2000), nos dicen que: