Los problemas de comportamiento en la infancia son, sin lugar a dudas, los que suscitan más demandas en las consultas de psicología infantil. Aproximadamente la mitad de los casos de niños/as que acuden al Centro Psicológico Rayuela lo hacen por algún tipo de problema de comportamiento.
Hablamos de problemas de comportamiento cuando el niño o niña tiene dificultades para cumplir las normas que la mayoría de los/as niños/as aceptan. Si seguimos esta definición, podemos pensar que la gran mayoría de los niños/as puede tener un problema de comportamiento. ¿Dónde consideramos entonces que tenemos un problema que requiere intervención? Realmente es una cuestión de grado. Veamos algunos de los síntomas y signos que nos pueden indicar que nuestro hijo o hija puede mostrar un problema clínico:
No es necesario que nuestro/a hijo/a tenga todos estos comportamientos para considerar que existe un trastorno de conducta. Con la presencia de cualquiera de ellos a un nivel excesivamente alto (rabietas constantes, agresiones frecuentes, desobediencia sistemática) podemos sospechar que estamos ante un posible trastorno del comportamiento.
Cuando nos enfrentamos a un problema de comportamiento, tenemos en cuenta que existen dos tipos de factores a los que debemos atender: los que han provocado que aparezca el problema y los que favorecen que el problema se mantenga. Esto es muy importante, debido a que en ocasiones no podemos intervenir sobre las causas que hicieron que apareciera el problema en el pasado, pero sí sobre las que están provocando que el problema no desaparezca en la actualidad.
Entre las causas que pueden provocar la aparición de un problema de comportamiento están los déficits en la socialización, factores relacionados con el temperamento y el carácter, imprecisión de los roles y pautas educativas incorrectas y/o incoherentes por parte de los padres y madres.
Cuando intervenimos con niños y niñas con problemas de comportamiento trabajamos con algunos de los factores causantes, como la redefinición de roles, pero sobre todo nos centramos en las pautas que utilizan padres y madres a la hora de reforzar o castigar al niño/a, partiendo de un análisis funcional de la conducta de cada uno de los progenitores o las personas que encargadas de la educación de los/as menores (es habitual que trabajemos con tíos/as, abuelos/as y otras personas con las que los/as niños/as pasan buena parte del tiempo), y en algunos casos también con sus maestros/as, cuando están dispuestos a colaborar.