La intervención psicológica con adolescentes
Volver

Una de las preguntas más habituales que los/as profesionales de la psicología nos hacemos entre nosotros/as es: ¿y tú trabajas con adolescentes? Y es que la intervención psicológica en la adolescencia tiene una serie de características que la diferencian tanto de la que hacemos con niños/as y como de la que desarrollamos con adultos.

Por una parte, no es lo mismo trabajar con niños/as de 12 años que con jóvenes de 17. Los/as más pequeños/as presentarán muchos síntomas infantiles de los trastornos psicológicos, mientras que en los/as mayores, esos síntomas serán más similares a los de los adultos. A medida que la edad aumenta, es necesario tener en cuenta la forma en que se manifiestan los diferentes problemas psicológicos. Esta diferencia de edad también afecta al tratamiento, ya que habrá que utilizar las técnicas más adecuadas en función de la edad del adolescente.

En segundo lugar, aunque los/as adolescentes pueden sufrir casi cualquier tipo de trastorno psicológico (excepto los trastornos de la personalidad, que por definición sólo pueden diagnosticarse a partir de los 18 años), hay dos tipos de problemas que aparecen como más habituales en consulta, relacionados con la crisis vital que supone el paso de la infancia a la edad adulta: problemas de tipo afectivo (normalmente problemas del estado de ánimo y de ansiedad) relacionados con una sensación de desadaptación al entorno, a la familia y/o a sus iguales; y problemas de conducta, que a esas edades suelen tener consecuencias importantes sobre el funcionamiento de la familia.

 

La intervención psicológica con adolescentes

A la hora de intervenir con adolescentes, es de vital importancia que no se sientan juzgados ni “víctimas del psicólogo de turno”. En los casos de trastornos de comportamiento, los padres y madres suelen llegar a la consulta con el menor y dedican la primera sesión a exponer sus conductas negativas, las consecuencias que provocan y lo desesperados que están. El adolescente allí presente suele vivir esta situación como una especie de juicio, en el que el psicólogo/a es una especie de ejecutor de los deseos de sus padres, con lo que se resiste incluso a veces a hablar con el propio profesional, impidiendo así que se puede desarrollar ningún tipo de intervención eficaz.

Ya sea por un problema emocional, de comportamiento u otro tipo, es muy importante que el adolescente sienta que el profesional de la psicología tiene un deseo genuino de ayudar no sólo a sus padres, sino a él o ella. Para eso, el buen profesional se interesa realmente por las necesidades y los deseos de los/as adolescentes y busca con su intervención que no sólo sus padres o tutores consigan lo que han venido a buscar a la consulta, sino que él o ella también pueda alcanzar sus objetivos. Al final, la intervención consiste algunas veces en encajar las demandas de los adultos con las de los menores, buscando mejorar el funcionamiento no sólo de cada uno/a de manera individual sino de la familia como sistema integrado.

AVISO LEGAL POLÍTICA DE PRIVACIDAD POLÍTICA DE COOKIES