El sueño es uno de los procesos más básicos del organismo. De hecho, pasamos alrededor de una tercera parte de nuestra vida durmiendo. Durante los primeros tres meses de vida, el niño duerme alrededor de 16 horas diarias en periodos variables. El número de horas de sueño va disminuyendo progresivamente y el patrón de sueño se va haciendo más estable, durmiendo con periodos de sueño y de vigilia más amplios. Hasta la edad escolar, el número de horas de sueño no baja de las 12 horas diarias, normalmente por la noche y con algunas siestas.
Durante la infancia, son habituales algunas alteraciones del sueño de carácter leve. Pueden aparecer pesadillas, algunos terrores nocturnos, dificultades para volverse a dormir al despertar en la noche o resistencias para irse a la cama. Cuando estos fenómenos ocurren de forma ocasional no representan un problema. Si comienzan a aparecer frecuentemente, es necesaria un análisis para descubrir su causa, y en caso de ser necesaria, una intervención psicológica y/o médica, según sea el caso.
En la infancia, los problemas del sueño más comunes son los siguientes:
– Pesadillas: Suelen producirse en el último tercio de la noche. Al despertarle, el niño siente un alivio inmediato, y muchas veces puede recordar lo soñado, lo que puede provocar dificultades para volverse a dormir (sigue asustado después de despertar)
– Terrores nocturnos: Suelen producirse en el primer tercio de la noche. El niño grita agitado y confundido, pues no ha acabado de despertar. Por esta razón, no se le puede consolar, a pesar de que puede estar sentado y con los ojos abiertos. Una vez despierta, no suele recordar lo soñado, por lo que el miedo desaparece completamente.
Como comentamos en el apartado anterior, las pesadillas y los terrores nocturnos son normales cuando aparecen de manera esporádica. Si su frecuencia es alta, puede ser necesaria una evaluación para determinar si están relacionados con algún acontecimiento estresante que puede estar afectándole.
Otros problemas del sueño que pueden aparecer en la infancia son:
– Insomnio: En los casos en que el niño sufre insomnio, es muy importante determinar su causa. No es lo mismo que tenga problemas para conciliar el sueño que se duerma fácilmente pero despierte en medio de la noche. Hay que determinar si el insomnio es genuino o es una estrategia del niño para obtener beneficios secundarios (dormir en la cama de sus padres, ver la TV, etc.)
– Sonambulismo: Aproximadamente el 15% de los/as niños/as tienen algún episodio de sonambulismo durante la infancia, y se considera un fenómeno normal. Cuando se dan episodios a partir de los siete años se recomienda una consulta psicológica, ya que en estas edades puede ser un síntoma de un problema emocional.
– Enuresis: Al tratarse de un problema muy frecuente, lo veremos en otro apartado.